Concluyó el día de «PUPAS» gratis para los visitantes de esta web. Espero que todos los que lo habéis «pillado» gratis en Amazon disfrutéis de la historia de este fantasma que no sabía asustar. Y también de los otros dos cuentos, no menos interesantes, que incluye el libro: «JUANITO, EL TÓTOLA» y «BESOS DE REGALIZ».
Para los que no llegaron a tiempo, les recuerdo que el ebook solo cuesta 1,47 euros.
Recordad: cuando leáis el libro, si os gusta, no dejéis de comentarlo en Amazón. No os cuesta nada y a mi me vendrán muy bien para animar a otros lectores qye busquen libros divertidos.
Gracias.
De niño, mi abuela norteamericana nos leía un relato simpático sobre un cuarto Rey Mago. Recuerdo -no se que tan bien- el argumento: Taor, rey de Bangalor, es un rey glotón que viaja con toda su corte, cargados de dulces de todo tipo. Cuando por fin llega a Belén, y no queda ya ni un pastorcito, jura encontrar al niño y rubrica la promesa organizando para los niños del rumbo un banquete de mazapanes, caramelos, pasteles y naranjas cristalizadas. Siguiendo las huellas de Jesús comienza el desastre: su elefante se mete al Mar Muerto y se convierte en estatua de sal. Poco a poco, Taor pierde todo. Más tarde, en Sodoma, atestigua un juicio espeluznante: un hombre es condenado a trabajar 33 años en las minas de sal. En un arrebato de imitación de Cristo, Taor se ofrece a tomar el lugar del pobre hombre, que tiene hijos pequeños. Su caída es, ahora, absoluta: el rey del azúcar se ha convertido en un arenque humano enterrado vivo. Pero Taor sobrevive. Pasados los 33 años, recupera su libertad y vaga por Galilea, obstinado con la idea de encontrar al hombre en que se habrá convertido aquel niño de Belén. Siguiendo pistas y acatando rumores lo persigue por todas partes pero siempre llega tarde. Un día se entera de que cenará esa noche en Jerusalén, con sus discípulos. Taor, desde luego, llega cuando la sala del banquete ya está vacía. Agotado, alcanza a tomar de la mesa un trozo de pan y un resto de vino, antes de morir Sin saberlo -pero sabiéndolo a su manera- Taor ha comulgado la carne y la sangre del Cristo que nunca logró encontrar. Así pues, el cuarto Rey Mago, el que siempre llega tarde, llegó esta vez adelantado: muere cuando Cristo no ha muerto aún y, por lo tanto, no puede ser salvado por su sacrificio en la cruz. Sin embargo hay que pensar que este anti-Tomás -que no vio a Cristo, pero nunca dudó- habrá merecido una dispensa. ¿Habrá logrado llegar a tiempo a las puertas del paraíso, entre el tumulto de ángeles y profetas, para ver la llegada triunfal del Cristo ascendido?